LAS ANTIGUAS
GRECIA Y ROMA

 

ALIMENTACIÓN MITOLOGÍA Y RELIGIÓN MITO GRIEGO MITO ROMANO


Para complacer a la divinidad y gozar de su protección, griegos y romanos ofrecían a los dioses sacrificios de animales y productos del campo. El sacrificio era un acto litúrgico que tenía que ser presidido por un sacerdote, y que tenía que realizarse escrupulosamente de acuerdo con el ritual tradicional. Acompañando al sacrificio, el sacerdote pronunciaba plegarias dirigidas a la divinidad.

Los sacrificios de animales (ovejas, cabras, cerdos, toros, bueyes, etc.) solían terminar en banquete para los participantes. Pero había también sacrificios en los que la víctima debía ser quemada por completo, los llamados holocaustos.

En Grecia y en Roma la adivinación ocupaba un lugar muy importante, y tuvo mucha importancia la observación de las entrañas de los animales sacrificados.

La hecatombe era un sacrificio excepcional en el que se ofrecía a una divinidad la muerte de cien bueyes.

La adoración del Toro Sagrado era común en el mundo antiguo. Es quizás más familiar a Occidente el empleo del toro por parte de Roma y su religión quienes en ciertas fiestas o acontecimientos de conquista a otros pueblos, para agradecer a los dioses hacían sacrificar a uno de estos animales nobles y fuertes en sus rituales paganos y muchos, como sinónimo de prosperidad y fortaleza, se bañaban en la sangre del animal sacrificado. Viene a colación en este hecho los sacrificios que se hacían en Roma por ejemplo después de que César conquistara las Galias.

Los griegos clásicos nunca se refirieron a Hera simplemente como la vaca, si bien su sacerdotisa fue literalmente una ternera picada por un tábano, forma en la que Zeus se apareó con ella. Zeus adoptó papeles más antiguos y, en la forma de un toro que salía del mar, raptó a la noble fenicia Europa y la llevó, significativamente, a Creta.

Dioniso era otro dios de resurrección que estaba fuertemente vinculado al toro. En un himno de culto procedente de Olimpia, en un festival en honor a Hera, también se invitaba a Dioniso a aparecer como un toro, «con la furia de sus pezuñas».

El famoso caballo de Alejandro Magno se llamaba Bucéfalo (‘cabeza de buey’), enlazando al autoproclamado dios-rey con el poder mítico del toro.

El toro sagrado sobrevive en la constelación Tauro.


En la mitología clásica, los bovinos están muy presentes. El ejemplo más conocido es sin duda la leyenda del Minotauro, criatura medio hombre medio toro nacido de la reina Pasífae y de un toro que Poseidón había ofrecido a Minos. Este monstruo, encerrado en un laberinto creado por Dédalo, se alimentaba de carne humana. Teseo lo venció y salió del laberinto gracias al hilo que Ariadna le tenía entregado.

Uno de Los doce trabajos impuestos por Euristeo a Hércules (Heracles) consistió en capturar al terrible Toro de Creta, al que Hércules dominó y que llevó sobre sus hombros hasta Grecia.

Al margen de la religión oficial, en la Antigua Roma tuvieron gran importancia otra serie de cultos, mayoritariamente mistéricos, siendo el más destacado de todos ellos el Mitraísmo, en el que el Toro también fue su símbolo sagrado.



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