LA VACA
EN EL ANTIGUO EGIPTO

 

GANADERÍA
Y AGRICULTURA
LA LECHE LA CARNE LA RELIGIÓN
EL PRIMER CUENTO

Una vez que los egipcios hubieron domesticado a los animales de su dieta, y hubieron establecido rebaños de ellos, contaron con una fuente de proteínas al alcance de su mano y ya no necesitaron cazar.  Si lo hacían era sólo por deporte -principalmente la realeza y la clase dirigente, o bien para asegurarse un suministro extra de carne sin diezmar sus rebaños.  Hacia el Reino Medio las cacerías decrecieron porque la caza escaseaba debido en parte al cambio climático y en parte al exceso de capturas anteriores, por lo que recurrieron a los animales de los rebaños. No obstante durante todo el periodo dinástico los más pobres seguían cazando para comer, ya que tenían pocos animales domésticos, y preferían conservarlos para la producción de leche y sus derivados.

Los bóvidos eran los animales domésticos más importantes para los egipcios.  Las vacas y bueyes eran muy valorados e incluso adorados en Egipto (y también en otras culturas de la antigüedad), ya que reúnen gran parte de las necesidades nutricionales del hombre.  Además de la carne, la grasa y el tuétano, el ganado vacuno proporciona leche, y de ella crema, mantequilla y queso.

Según las pinturas y los textos, los bóvidos que comían los egipcios eran principalmente bueyes (machos castrados) y toros. Aunque ocasionalmente se sacrificaba a las vacas, preferían la carne de buey, ya que al tratarse de animales castrados, engordaban mucho aunque comieran lo mismo que las vacas y los toros, y, por lo tanto, su cría era más económica. Además, al no producir leche, los bueyes eran más apropiados para proporcionar carne que las vacas. También se sabe que cebaban al ganado previamente al sacrificio.

Había distintos tipos de bueyes, el iwa, o buey africano de gran tamaño, buena cornamenta y marcha rápida que con alimentación adecuada llegaba a ser enorme y pesado. Lo vemos en las procesiones de Abydos y de Medinet-Habu.

Los wndju eran unos bueyes mucho más pequeños y generalmente sin cuernos.

Los nega eran otros bueyes de buena cornamenta, pero de carácter más huraño que los iwa y que no se dejaban cebar, por lo que siempre se los representa delgados.

El buey llamado herysa era probablemente el más hermoso del establo.

La mayor parte de las ofrendas de carne que se han encontrado en las tumbas, momificadas o no, proceden de bueyes. Consumían todas las partes del buey, incluidos la mayoría de los órganos internos -entre los que el hígado se consideraba el más sabroso. Los cortes más selectos eran las caderas y el lomo, mientras que los menos valorados eran la pata y el rabo. Había un corte particularmente curioso que sólo utilizaron los antiguos egipcios y que eran secciones de vértebras. Cocinaban seis u ocho vértebras separadas de las costillas; aunque esto les proporcionaba poca carne, parece que era muy estimado, como queda probado por su frecuente presencia entre las ofrendas momificadas que se encontraron en las tumbas del Reino Nuevo.

La carne, de uno o de otro tipo, estaba al alcance de la mayoría de la población al menos una o dos veces por semana. La carne de vacuno no era la más consumida por la población general, ya que los rebaños eran propiedad de la clase social más elevada por ser los animales de mayor tamaño y requerir mucho gasto para su alimentación. Por lo tanto, sólo consumían vacuno con frecuencia el rey y la corte, así como el clero residente en los templos, donde se ofrecían constantemente sacrificios de animales. Las personas relacionadas con la carne, matarifes, carniceros, etc. también podían tener acceso a este costoso alimento.

Las personas ajenas a la realeza y al clero, incluso las ricas, sólo sacrificarían un buey en los grandes acontecimientos, o para conservar su carne de alguna manera, ya que un solo animal podía alimentar a muchísimas personas. Así, sólo mataban un buey quienes estaban seguros de poder consumirlo en tres o cuatro días. Lógicamente esto sucedía en casas muy acomodadas y con mucho personal a su cargo. El buey únicamente estaría al alcance de los campesinos y plebeyos en los días de fiesta, cuando la carne del ganado sacrificado en el templo se distribuía entre el pueblo.

 

Rosa Pujol
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